Las encuestas dicen exactamente lo contrario, pero tengo el negro presentimiento (porque no quiero que se convierta en realidad) de que Casado está haciendo enormes esfuerzos por suicidarse políticamente antes de tiempo. Y lo peor es que lo puede conseguir.
Hace unos días ya comenté el tema. Lo escribí después del cierre de esa nadería de convención pepera, aunque parece que le ha funcionado al PP para volver a colocar las matemáticas de su lado de cara a llegar a La Moncloa con el apoyo de Vox.
Pero hace cuatro días leí que lo de Casado y Ayuso es solamente una tregua y que lo que se otea en el horizonte es nada más y nade menos que, y cito al artículo, ocho meses de 'guerra'.
Y es que desde Génova (o sea, Casado) al parecer se tomaron muy a mal que Ayuso, en Onda Cero, dijera que el congreso [de Madrid para hacerla a ella presidenta del PP de la región] debería celebrarse pronto, algo que a mí, como ya argumenté la semana pasada, me parece de sentido común.
Pero todo apunta que Casado quiere dar esa batalla. Supongo que las encuestas se le han subido a la cabeza. Mala cosa. El orgullo no suele ser un consejero muy objetivo. La soberbia aún menos. Y puede ser que uno de los adjetivos o los dos no le dejen ver que una división dentro del PP entré él y Ayuso lo único que hará es desmotivar a los sufientes votantes del PP para que esas matemáticas partidocráticas le impidan ser Presidente de Gobierno.
Ojalá me equivoque y Pablo Casado no se esté dirigiendo, a toda velocidad o a cámara lenta, hacie el despeñadero de una prematura destrucción política.
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