El asunto me produce una mezcla de asco y aburrimiento. Sé que no es una mezcolanza tradicional, pero intentaré explicarme. Estoy hablando del ser humano ese llamado Alberto Rodríguez, elegido como diputado en el Congreso en las listas de Podemos y condenado por patear a un policía.
Lo normal es que este sujeto hubiera dimitido cuando se le declaró imputado (ahora es investigado, que suena mejor, pero yo soy un clásico). O cuando se le abrió juició oral. O cuando se le condenó. Pero nada.
Y lo obligado es que el Congreso cumpliera la sentencia. Pero tampoco.
El tema me aburre porque de este Sánchez se puede esperar cualquier cosa. Y no, no me he equivocado. El susodicho ha tomado la decisión, porque nada se mueve en la política española sin que este tipo sea el que mueva el pulgar. Repito, cualquier cosa. Reitero, cualquiera. Hasta que mantenga a un pateador en el Congreso.
Y también todo esto me merece asco porque tener a un fulano de la calaña del tal Rodríguez en el Congreso de los Diputados es simplemente eso, asqueroso. El Parlamento no puede caer más bajo. O sí. Quién sabe.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Después de siete días de la publicación de un artículo todos los comentarios necesitan aprobación.