Lo leí y me costó creerlo. De verdad. Tuve que buscar y encontrar la fuente original para
darme de bruces con la realidad.
Para empezar:
Todas las iniciativas de instituciones y medios que ayuden a acabar con la lacra de los abusos sexuales cometidos contra menores o personas vulnerables en la Iglesia o en la sociedad son, en principio, una buena colaboración.
La negrita es mía. Pero es que esas dos palabras, en principio, dan ganas de vomitar.
Y vamos al meollo del asunto, el segundo párrafo:
Sería deseable que las acusaciones que recoge el citado informe tuvieran mayor rigor, ya que su contenido, de carácter muy dispar hace difícil extraer conclusiones que puedan servir a una posible investigación. De manera especial cuando faltan nombres de los acusados, años en que ocurrieron los abusos, o se refiere a personas fallecidas.
En la lista de los 251 casos hay 36 sin culpable identificado. ¿Y los otros 215? Parece que la Iglesia Católica de España prefiere remarcar los pocos anónimos en lugar de los muchos identificados. Y acerca de las personas fallecidas, El País afirma nada más y nada menos que en muchos casos los acusados siguen en activo y de este modo se podrán tomar las medidas cautelares oportunas. ¿Qué importa más, poner el acento sobre los acusados fallecidos o ponerlo sobre los que siguen en activo? Pues claramente para la Iglesia Católica de España lo primero.
Los otros dos párrafos de la nota de marras son una auténtica perogrullada, así que nada que comentar.
Pero vamos con un hecho más, y no precisamente pequeño. Notemos este importantísimo párrafo del artículo de El País:
El dosier de EL PAÍS contiene los datos fundamentales de cada caso y también los nombres de responsables eclesiásticos que pudieron encubrir los abusos. Además, en un anexo, este periódico ha incluido una relación de altos cargos de la Iglesia española sospechosos de haber ocultado o silenciado casos que ya han sido publicados en los últimos años. Entre ellos se encuentran más de una veintena de cardenales y obispos. El posible encubrimiento también debe ser investigado, pues es un delito recogido por el derecho canónico penado con la expulsión del cargo si las causas son graves: “Se incluye [en estas causas graves] la negligencia de los obispos en el ejercicio de su cargo, en particular en relación con los casos de abusos sexuales cometidos contra menores y adultos vulnerables”, se lee en el motu proprio del papa Francisco Como una carta amorosa.
¿Y qué dice la nota de la Iglesia Católica de España sobre el tema? Exactamente. Nada. Absolutamente nada. Y eso es terrible. Porque ese punto, el encubrimiento por los superiores eclesiásticos, fue el que posibilitó que los clérigos pederastas pudieran abusar sexualmente de los niños una y otra vez, y otra, y otra...
La Iglesia Católica de España lo único que está haciendo ante los casos de pederastía en su seno es, asquerasamente, echar balones fuera. Pero el tema la va a explotar en la cara. Evidentemente la Iglesia Católica de España tiene en este tema un aliado muy poderoso, el Gobierno de España. Pero en frente tiene una brutal realidad que está siendo expuesta ante la opinión pública por un medio, El País, que, si en otros temas discrepo en él, en este asunto el trabajo que está haciendo es simplemente magnífico. Seguiremos pendientes de las novedades.
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