Sí, las sanciones económicas que la UE y
la OTAN han impuesto a Rusia le están haciendo daño. Pero no lo suficiente. Porque los auténticos ingresos, con los que Putin financia su guerra contra el pueblo ucraniano, provienen de la venta del petróleo y el gas. Los países libres deben tomar la decisión de dejar de comprar dichos productos a Rusia. Y por mucho tiempo.
Y no es ocioso recordar que hay alternativas. En el petróleo, comprárselo a otros países. En el gas, abastecerse con gas licuado a través de barcos y regasificarlo en el destino. Evidentemente eso encarecaría los dos productos. Pero sin duda vale la pena para conseguir parar los pies al ególatra asesino de Moscú. Porque esas dos acciones estrangularían la economía rusa en un plazo tan corto como probablemente un mes.
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