José María Aznar ha sido, tal vez, el menos malo
de los presidentes de la reciente democracia española. Tal vez, repito. Y es que el susodicho tiene enormes sombras
en su mandato.
Ahora sale a darse golpes de pecho con el brutal secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco a manos de la banda terrorista ETA el 13 de julio de 1997, después de que le disparasen dos tiros a bocajarro, estando maniatado, unas horas antes.
Pero parece olvidar, interesadamente, que fue él, José María Aznar, el que, y cito literalmente sus palabras, autorizó personalmente contactos con el entorno del Movimiento Vasco de Liberación. Y eso fue el 4 de noviembre de 1998. Algo más de un año después del secuestro y asesinato a sangre fría de Miguel Ángel Blanco.
Hay veces que alguien cuando habla pierde una buenísima ocasión para permanecer callado. Suele ocurrir con Aznar. Como ahora.
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