El artículo sobre Letizia, Jill Biden y sus nietas me hizo pasar un buen rato, la verdad.
Empieza el primer párrafo con un rancio nacionalismo español y con un indisimulado antiamericanismo. La cabra siempre acaba tirando al monte.
Por cierto, decir que la puntualidad, a diferencia de en España, es una constante aquí en Estados Unidos; otra cosa es que, por las razones que sean, esta señora no la haya respetado.
Pero lo mejor, lo más divertido, viene ahora. Lo de darse por ofendidos por las gafas de sol es genial, la verdad. Y compite con las otras ofensas de las nietas, porque no venían vestidas adecuadamente y porque no se inclinaron ante la reina. De traca.
Tampoco creo que a una reina republicana como la que tiene España le importen esas cosas. O puede que sí, porque dicen que ahora que ha tocado palacio se ha olvidado por completo de su anterior republicanismo y se cree, más que reina, emperatriz.
Lo de Biden dirigiéndose primero a Letizia antes que a Felipe y sobándole la mano puede tener algún sentido. Ya sabemos que el mandatario americano tiene fama de derretirse y perder las formas ante mujeres más jóvenes que él (cuanto más jóvenes más se pierde, sin límite de edad).
Lo demás del escritillo son detalles de prensa rosa.
Pero lo dicho, lo de darse por ofendiditos en su monarquismo repito que me ha hecho pasar un rato muy divertido; pocas veces las noticias resultan tan humorísticas.
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