Este tal
Ayala parece que se creía que como era alguien importante podía andar diciendo inconveniencias no deseadas por ellas a las mujeres con las que trabajaba. Comportamiento, dicho sea de paso, de viejo verde que no sabe envejecer con dignidad. Eso puede que se permita en las universidades españolas, pero no desde luego en las estadounidenses. Y bastante paciencia tuvieron con él, porque en la empresa en la que yo trabajo le hubieran puesto en la calle en menos de un año.
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