El Gobierno se cae en pedazos. Cualquiera puede ver que no se puede seguir con un Gobierno así, sin la menor credibilidad, parcheando en el día a día y teniendo que salir continuamente a dar
explicaciones.
En estas condiciones Pedro Sánchez solo tiene dos opciones. La primera, basándose en el interés general de los españoles, convocar elecciones y que los votantes hablen. La segunda, mirando sus propios intereses, hacer una remodelación gubernamental que debería alcanzar, cuando menos, a Delgado (asunto Villarejo), Robles (muy tocada por el tema de las bombas a Arabia Saudí), Duque (tema casas y sociedad) y, tal vez, Borrell (es el ministro que mejor me cae, pero es un verso suelto y está claro que desentona con la estrategia apaciguadora sanchista hacia el secesionismo).
Evidentemente una crisis de gobierno a menos de cuatro meses de haber llegado a La Moncloa tendría costes políticos altos para Pedro Sánchez. Pero creo que menores que el actual desastre diario.
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