El exjuez Baltasar Garzón ha presentado una denuncia por descubrimiento y revelación de secretos contra El Confidencial, moncloa.com y personas vinculadas a la investigación del caso Tándem, por la difusión de grabaciones del excomisario José Manuel Villarejo.
Dicen que este señor, expulsado de la carrera judicial por un delito de prevaricación por grabación de conversaciones privadas entre acusados y sus abogados, está tan cerca de Pedro Sánchez que se propuso a sí mismo para el cargo de Ministro de Justicia, pero que al rechazarlo Sánchez consiguió colocar en el cargo a su íntima amiga Dolores Delgado. ¿Por qué digo esto? No es por casualidad. Es porque ello me parece unido a la denuncia que ha presentado.
De Garzón y de Pedro Sánchez y su gobierno nada bueno puede esperarse. Usan la ley del embudo y punto. Para ellos los medios justifican sus fines. No me sorprende, por lo tanto, esta maniobra para intentar acallar a la prensa y que se lo piense dos veces antes de airear turbios asuntos gubernamentales.
Lo que sí espero es que los tribunales españoles sigan defendiendo el derecho de la prensa a difundir información veraz sin revelar las fuentes por medio de las cuales la obtuvieron. Lo anterior no es cualquier cosa, es nada más y nada menos que la base de la libertad de prensa y del derecho a la información. Si consiguen echar abajo ese pilar España ya puede irse despidiendo de ambas.
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