Nos cuenta El País algo que, aunque sabido de sobra, sigue llamando la atención, el hecho de que Villarejo guarda a buen recaudo munición política de alto calibre.
Algunos tal vez pensaban que con la incautación que hizo el juez del material a Villarejo se había acabado la historia. Pues claro que no. Nadie que ha sido tan inteligente para grabar a los más poderosos de un país es tan tonto como para guardar una sola copia de esas grabaciones en su propia casa.
Villarejo, por supuesto, sigue teniendo toda esa información. Y está acorralado. Y el Poder también, porque no le pueden poner en libertad sin que ello se convierta en un enorme escándalo nacional. La única opción que tienen desde el Poder es ofrecerle a Villarejo mucho dinero (muchísimo), tanto como para que vivan a todo tren todos sus seres queridos. Estoy seguro de que estarán en ello.
El problema es si Villarejo lo único que quiere es la libertad. Que es lo único que no pueden darle. Entonces Villarejo va a morir matando. En sentido figurado. O no. Que todo puede pasar con esa información que posee y que nadie puede imaginar su contenido... ni sus consecuencias si se hace pública.
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