Un párroco de Ciudad Rodrigo [Joaquín Galán Pino, el de la izquierda en el pantallazo tomado de un artículo sobre otro tema], con una pena de cárcel de 1998 que se ocultó, fue trasladado a otro pueblo y hoy forma parte de la vicaría judicial del obispado salmantino, nos cuenta El País.
Por cierto, que el mismo modus operandi de siempre: ocultación del delito, protección al pederasta, traslado a otro lugar, silenció actualmente ante preguntas incómodas. ¿Esto es la transparencia? Sí, ya.
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