En España la cultura de la libertad llegó hacia 1982 (con aquel triunfo arrollador de Felipe González y de un Alfonso Guerra que dijo aquello de que cuando los socialistas hicieran lo que iban a hacer "a España no la va a reconocer ni la madre que la parió") de la mano del famoso destape. Para mis lectores más jóvenes parte de aquello era algo así como que en toda película española se debían ver los senos de una señora de físico atractivo para los hombres. Esa película con los senos al aire se podía proyectar en TVE (era la única por entonces) en cualquier horario, para mostrar que los aires de libertad habían llegado a España. Otra parte de ese destape fue la llegada a los kioskos de decenas de revistas eróticas (no contenían escenas de sexo, sino mujeres desnudas), que en teoría eran solo para mayores de 18 años, pero que en la práctica el kioskero se las vendía a todo aquel que las pagara y punto. Y otra parte de ese mismo destape fue la creación de salas de cines calificadas creo recordar como "X" donde se proyectaban películas pornográficas (con contenido sexual explícito) que solo podían ver mayores de 18 años (y que creo que sí respetaban eso). Probablemente existieron más partes de ese destape, pero para el objeto de ese artículo son suficientes las tres mencionadas.
Aquello era de tal nivel de libertad que nadie (salvo unos pocos que rápidamente eran calificados como extremistas-fanáticos-reprimidos-franquistas-contrarios-a la-libertad-y-favorables-a-la-represión-y-a-la-dictadura) osaba criticarlo, ni el hecho ni, menos aún, la filosofía que había detrás. Hasta tal punto era ese destape aceptado que aquella Alianza Popular de Manual Fraga (exministro de Franco, para los más jóvenes) lo asumió como una señal de los nuevos tiempos y a otra cosa mariposa.
La izquierda trajo ese destape a España y lo mantuvo y promocionó por décadas (ya saben, la frase de marras de Guerra). Seamos claros, lo que trajo, mantuvo y promocionó esa izquierda fue la pornografía, como una señal de libertad, que cada vez era más evidente y que estuvo al alcance de jóvenes y niños desde el primer momento, hasta tal punto que (llevando a la práctica, nuevamente, la frase de Guerra) quedó unida para siempre a la cultura española.
Esa misma izquierda (y la derecha que la sucedió en el poder) miraba para otro lado con el tema de la prostitución. Ni prohibía ni regulaba, ni promocionaba ni criticaba, dejaba hacer.
Pero llegaron los colectivos feministas modernos, todos ellos, ya lo sabemos, de izquierda. Y se fijaron en lo que llamaron "explotación de la mujer", "cosificación", etc. Y aplicaron esos términos a cosas tan simples como, por ejemplo, una azafata en un gran premio de motociclismo, una chica en bikini en un anuncio de un automóvil, una canción y cosas parecidas. Y también a la prostitución, llegando al punto de defender (y conseguir) que sean los clientes los castigados. Pero, curiosamente, ni esa izquierda ni esos colectivos feministas dijeron ni dicen nada de la pornografía.
Llegados a este punto me hago algunas preguntas. Si la protitución es una forma de explotación de la mujer, ¿la pornografía no lo es? Si muchas prostitutas lo son por necesidad y no por libre elección, ¿no sucede exactamente lo mismo con muchas de las llamadas actrices porno? Si una azafata al lado de un ganador de motociclismo cosifica a la mujer, ¿la pornografía no lo hace? Si la letra de una determinada canción convierte a una mujer en un objeto, ¿eso no pasa con la pornografía? Si todas esas cosas, en mayor o menor grado, son malas para la mujer, ¿la pornografía no lo es? Si a través de las cosas mencionadas se educa a los hombres en la "cultura del heteropatriarcado", ¿no se hace lo mismo a través de la pornografía? Si, por su maldad (explícita y/o implícita) esas cosas deben ser perseguidas, ¿no debe ser perseguida la pornografía por la misma razón?
De paso, daré mi opinión. Perseguir los anuncios con chicas en bikini o los premios de motociclismo con azafatas o determinadas letras de canciones me parece, además de un ataque a la libertad individual, una franca majadería. Sobre la prostitución creo que debería prohibirse y perseguirse duramente en lugares públicos y permitirla en locales privados entre personas libres (asegurándose que lo hacen así, libremente) mayores de edad (personalmente no me gusta, pero allá cada cual con su vida). Pero peor que lo segundo y mucho peor que lo primero es la pornografía, que, además de todo eso de explotar a la mujer, cosificarla y demás, está produciendo un daño irreparable en jóvenes (y niños) que llegan a ella sin el menor problema a través de sus dispositivos que los conectan a internet. ¿La solución? Idear un sistema para que únicamente adultos puedan consumir pornografía. Y castigar duramente a aquellas empresas comercializadoras de pornografía que permitan que menores de edad se conecten a sus páginas.
Pero, volviendo a la izquierda y los grupos feministas, nadie en esos partidos y colectivos alza su voz contra la pornografía. Por más que sea evidente que ella hace más daño a la figura de la mujer y a la correcta interpretación de la sexualidad por los hombres que todas las anteriores cosas mencionadas. ¿Por qué razón? Mucho me temo que porque tanto la izquierda como el feminismo han heredado esa cultura de la libertad del destape. Es decir, que para ellos (y, lo que es peor, ellas) pornografía es igual a libertad. Lo cual se define con una sola palabra. Hipocresía.
¿Estoy equivocado en mi argumento? Puede. Pero entoces, ¿por qué no alzan la voz contra la pornografía como contra las otras cosas, sino que guardan silencio? Acepto respuestas a esta pregunta.
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