Excelente artículo de Marta García Aller en El Independiente (quitando lo de 360 grados, que serían 180) sobre el teatral giro al centro del PP de Pablo Casado.
Me partí de risa leyendo las propuestas olvidadas rápidamente por Casado:
Casado, sin embargo, no escondió en ningún momento cuál era el rumbo que quería darle al partido que tras el escrutinio del 28-A le recrimina la derechización. En aquel Congreso en el que se ganó la batuta del partido, prometió abiertamente que rearmaría ideológicamente al PP, propuso regresar a la ley del aborto de 1985 y prometió con tanta vehemencia defender “la vida y la familia” que parecía que Sáenz de Santamaría prefiriera la muerte y el celibato.
Y más risa:
No es la única propuesta de Pablo Casado de la que ya no queda ni rastro. En aquel discurso de la victoria ya olvidado, también propuso una reforma electoral a la griega que le diera al partido ganador de las elecciones una especie de bonus de 50 diputados. Entonces parecía una buena idea. Decía el recién estrenado líder del PP, que tenía 137 escaños y ha pasado a 66, que premiar a la lista más votada incrementaría “la estabilidad del sistema político” y evitaría que los nacionalistas fueran necesarios para gobernar. Seguro que si la propone en el nuevo Congreso de los Diputados salido del 28-A cuenta con el apoyo del PSOE para sacar adelante la medida.
¿De verdad esto es serio? Vamos a ver cuanto dura este chico al frente del PP. Y como lo deja. Que al paso que va a su lado Hernández Mancha puede quedar como un auténtico triunfador. Pero mientras siga lo que tenemos asegurada es la diversión.
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