Ayer escribí sobre el lamentable hecho que se ha producido en un pueblo polaco del apaleamiento, decapitación y quema de un muñeco disfrazado de judío ortodoxo. Algunos podrían calificarlo de hecho anecdótico. Pero no lo es. Para nada. Vamos con mas hechos antisemitas en Polonia.
Un artículo de El Confidencial que ya mencioné en mi texto de ayer hace estas citas:
Una. La lista de desencuentros entre el actual Gobierno polaco y la comunidad judía es larga y no ha parado de crecer en los últimos años.
Dos. El año pasado, unas grabaciones secretas llevadas a cabo en un restaurante de Varsovia incluían palabras del actual primer ministro Morawiecki refiriéndose a "los codiciosos judíos" que iban a terminar obligando a los polacos a "trabajar por un cuenco de arroz".
Tres, Pero si hubiese que marcar un punto de inflexión, sería a comienzos del año pasado, justo en la víspera del "Día del Recuerdo del Holocausto", cuando se aprobó la ley que penaba con hasta tres años de cárcel decir o dar a entender que Polonia participó en el exterminio judío.
Cuatro. El Gobierno polaco ha permitido declaraciones de ministros, propaganda de la televisión estatal y manifestaciones de grupos inequívocamente antisemitas.
Todo lo anterior llevó al el Ministro de Asuntos Exteriores de Israel, Ysrael Katz, hasta las narices de todo esto, a declarar que los polacos maman el antisemitismo de la leche de sus madres, una acertada afirmación sobre el antisemtismo que anida en la sociedad polaca. A cambio llegó, confirmando las palabras del ministro israelí, la ausencia de Polonia en foros internacionales a celebrar en Israel o relacionados con aquel país.
Y luego pretenden convencernos los propolacos incondicionales de que Polonia no es antisemita, sino todo lo contrario. Sí, ya.
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