Trabajé en cárceles españolas por años, hasta hace unos venticinco, cuando me trasladé a Estados Unidos. Al entrar podía distinguir casi automáticamente a los delincuentes habituales de los que no los eran. De los primeros uno podía oír frases como "no es lo mejor del mundo, pero no me importa estar en la cárcel", mientras que de los segundos llegué a escucher "esto no me puede estar pasando a mí". Conocí a delincuentes habituales, para los que la cárcel era casi su hogar y a los que no les importaba estar allí. Y conocí también a otros presos que no eran delincuentes habituales sino más bien personas de familia, y que estaban allí por diversas circunstancias de la vida, los cuales llevaban su estancia en prisión como un auténtico drama, casi una tragedia.
Estoy convencido de que José Griñán es del segundo grupo. Por eso no disfrutaré viéndole entrar en prisión (si es que entra). Pero las cosas son como son. Cuando uno entra en política asume enormes responsabilidades, por lo que hace y por lo que deja hacer a otros. La sentencia es la que es. Punto.
Harina de otro costal es el indulto por parte del Gobierno. Que llegará. Se agarrará como un clavo ardiento al voto particular de las dos discrepantes (la sentencia del Tribunal Supremo lo ha sido por tres a dos, lo que en sí mismo es una vergüenza). Y a otra cosa, mariposa.
Porque Griñán no se enriqueció personalmente, sino que utilizó el dinero en favor del partido. El PSOE de Griñán. Que es el mismo PSOE de Sánchez. Y por eso Pedro Sánchez le va a indultar. No porque Griñán no se enriqueció personalmente, sino porque utilizó el dinero en favor del partido de ambos. Porque todo fue en beneficio de la famiglia.
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