Me llamó la atención la noticia
de que el ya rey Carlos III le exigió a su hijo Harry que no llevara a Meghan (en la foto) al lecho de muerte de Isabel II en el castillo de Balmoral. Claro, automáticamente uno se pregunta la razón de tamaña prohibición. Está claro que fue porque ella es una exactriz estadounidense mulata divorciada a la que la Mafia Real (nunca mejor dicho) maltrató brutalmente y la americana decidió contarlo, apoyada por su marido (recordemos, el hijo de Carlos III).
Pero claro, el hoy Carlos III sí pudo llevar a su esposa, Camila. Con la que, recordemos, inició una relación sentimental y sexual, prácticamente pública, cuando Carlos estaba casado con Diana y Camila estaba casada con Andrew Parker Bowles. Hipócrita.
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