Ucrania la ha dado la vuelta a la guerra. No es que con la porción de terreno arrebatada a los rusus la haya ganado, ni tampoco que la vaya a ganar. Pero psicológicamente va ganando claramente la guerra en este momento. El poder de Putin se resiente. Recibe duros ataques de los que le piden más (que declare la guerra total) y de los que le piden menos (que se vaya). Está acorralado. Y eso es muy peligroso.
El líder ruso no se va a rendir, eso todos los saben. No puede aceptar el avance de las tropas ucranianas. Le va su vida política en ello. Incluso es posible que su vida a secas. Y ha demostrado que ama su vida infinitamente más de lo que desprecia las vidas de todos los demás.
Llegados a este punto Putin puede tomar una decisión que sin duda está encima de su mesa desde hace mucho tiempo. El uso de armas nucleares tácticas de baja intensidad en Ucrania, exigiendo la rendición incondicional. Con la idea de ir subiendo la potencia de ese ataque nuclear hasta que finalmente consiga dicha rendición.
Un escenario extremadamente peligroso. Y no solo por el daño en Ucrania (que también, claro), sino porque ello podría escalar a una guerra nuclear mayor, mundial en el peor de los casos.
Putin es ahora mismo una fiera arrinconada. Y una fiera arrinconada se defiende con todo lo que tiene a su alcance. Veremos cual es su contraataque. Y no tardando mucho.
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