«No convirtamos los consensos y mayorías cualificadas previstas constitucionalmente en automáticos regímenes
de cuotas o en un indefinido impasse. Tampoco difuminemos
los pesos y contrapesos de nuestra Ley Fundamental, ni apresuremos reformas que incidan sin consenso en el originario pacto constitucional, ni desdibujemos la autonomía de unos órganos constitucionales frente a otros. De lo contrario, sin supremacía de la Constitución, ni imperio de la ley, sin checks and balances, sin un adecuado funcionamiento de los órganos constitucionales, esto es, sin sujeción real y cumplimiento responsable por parte de los poderes públicos de nuestra Norma Suprema, del ordenamiento jurídico y de las decisiones del Tribunal Constitucional, no habrá democracia, ni libertad ni Constitución».
El anterior párrafo es parte del discurso de despedida de Pedro González-Trevijano, presidente saliente del Tribunal Constitucional. Para empezar, en España no ha habido, no hay y no habrá nunca checks and balances; punto. Pero sigamos. La supremacía de la Constitución simplemente ya no existe en territorios como Cataluña, donde se discrimina a los que simplemente quieren hablar español. Lo mismo cabe decir del imperio de la ley; la ley está para ser cumplida por los de abajo, pero no por los de arriba; el Gobierno de Cataluña incumple impunemente la ley y no pasa nada; unos señores intentan ilegalmente romper España y se les indulta y posteriormente se les, en la práctica, amnistía; son solo ejemplos. No hay sujeción real y cumplimiento responsable por parte de los poderes públicos; solamente hay que ver las veces en las que el Tribunal Constitucional ha declarado inconstitucionales decisiones del presente Gobierno; sentencias meramente declarativas, por cierto, sin ningún efecto (salvo la última), porque lo ha hecho mucho después de terminados los efectos de las inconstitucionalidades. Por no decir que no existe la separación de poderes, porque el Legislativo elige al Ejecutivo, que luego controla por completo al Legislativo, y el Judicial es un espejo proporcional del Legislativo.
Sin las condiciones que Trevijano pone dice que no habrá democracia, ni libertad ni Constitución. Pues entonces no las habrá.
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