Es una auténtica barbaridad el número de aforados que hay en España. Además de que el aforamiento es totalmente innecesario. Lo demuestra el hecho de que, por ejemplo, no es ninguna tragedia cuando los expresidentes quedan sin ese aforamiento o cuando el anterior rey igualmente se quedó sin él.
Por ello se hace necesaria la eliminación del privilegio de que deban ser las cámaras respectivas las que aprueben que un diputado, senador o diputado autonómico sea procesado. Deben estar sujetos a que simplemente la querella sea admitida a trámite por el juzgado pertinente, como cualquier otro ciudadano.
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