No recuerdo haber leído en mucho tiempo un editorial más duro de El País. Ni, lo que es mucho más significartivo, un editorial más estúpido.
Ayer escribí sobre que los ciudadanos europeos empiezan a darse cuenta del peligro real de la inmigración. Y hoy me doy de narices con un editorial completamente disparato, que es únicamente el derecho al pataleo por perder la batalla ideológica en este tema (lo cual, por supuesto, me causa alegría).
En el editorial de marras El País insulta por pasiva a los ciudadanos europeos, al afirmar que se han dejado influir por la extrema derecha. Y es todo. No se lee ningún otro tipo de análisis. Por supuesto, nada de porcentajes de crecimiento de inmigrantes, de como no se integran en las culturas en las que viven, de como el porcentaje de delincuentes en estas comunidades inmigrantes es mucho mayor que en el de las sociedades que les reciben. El País ni tan siquiera presta atención a un dato evidente, el de los ciudadanos que tienen que vivir con inmigrantes y, por lo que sea, eso les desagrada.
El País vuelve a demostrar un nulo respeto por los ciudadanos cuando estos expresan una opinión contraria a su ideología. Ya sucedió cuando los votantes colombianos rechazaron en reférendum la impunidad de los crímenes de la FARC, cuando los británicos decidieron la salida de la Unión Europea, cuando los estadounidenses eligieron a Trump y cuando los brasileños eligieron a Bolsonaro. Siempre son los ciudadanos los que se equivocan y El País el que acierta.
Tengo que reconocer que una segunda lectura del editorial me ha producido un enorme regocijo. Por varias razones. La primera, porque sí, porque leer a El País cabreado me produce felicidad. La segunda porque eso, en este tema, quiere decir que los postulados que defiende El País están en franco retroceso. Y la tercera, ligada a la anterior, porque ayer no di mucha importancia al tema, pero hoy, tras leer el editorial, veo que, si el asunto es tan importante para que El País desprotique de esa forma, eso quiere decir que es importante de verdad.
En fin, un editorial el de El País que merecería una clase en la Facultad de Periodismo, sobre como no se debe editorializar. Aunque, repito, para mí haya sido una auténtica alegría.
La progresía es como la Khalessi. Si hay obediencia ciega, o al menos sumisión, todo es dulzura.
ResponderEliminarPero si hay la mínima disidencia, o resistencia a sus órdenes o discurso, te lanzan el dragón a abrasarte. O al gulag, que viene a ser lo mismo... :)
Desgraciadamente tienes toda la razón. Y como ejemplo "El País", que va de tolarante, democrático y demás... hasta que empieza a perder la partida. Pero es entonces cuando da gusto leerlo :)
EliminarMira la chica dulce de EL País cómo echa bilis sobre las candidatas embarazadas, https://elpais.com/elpais/2019/05/15/opinion/1557938077_518067.html
EliminarSupongo que para justificar el intento de agresión a Villacís. Curiosamente no escribían esto cuando la señora del líder podemita estaba de gemelos o cuando Bescansa usaba su bebé al llevarlo ¡1 día! (ésa era la falta real que le hacía) al congreso....