Los detalles producen, literalmente, asco (uno, dos, tres, cuatro). Con ser grave (gravísimo) el hecho en sí de las violaciones, es más grave aún (que ya es decir) el ocultamiento sistemático de ello por parte de las autoridades
eclesiásticas que estaban por
encima de los violadores.
Esta frase pone los pelos de punta:
El fiscal general del Estado, Josh Shapiro, entregó los escabrosos detalles del documento, donde se concluye un "encubrimiento sistemático por parte de altos funcionarios de la iglesia en Pensilvania y en el Vaticano".
Aunque esta otra no se queda atrás, por desgracia:
"Lo principal no era ayudar a los niños, sino evitar el escándalo", dijo Shapiro en una rueda de prensa.
Y esta tampoco va a la zaga, lametablemente:
En el informe, el jurado critica que todos los casos fueron dejados de lado por los líderes de la Iglesia, "que prefirieron proteger a los abusadores y a la institución, sobre todo".
En fin. Que, de verdad, no sé qué decir. Repito. Asco. Mucho asco. Mucho.
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