Al hilo de mis textos sobre el libro El Director, de David Jiménez (uno, dos, tres, cuatro y cinco), quiero hacer una pequeña reflexión personal.
¿Los periodistas están en la obligación de aceptar que tienen que escribir a los dictados del Poder o de lo contrario cerrar el periódico? ¿O acaso se pueden hacer las cosas de otra manera, ofreciendo a los lectores información veraz caiga quien caiga? No lo sé. Supongo que sí. Pero no soy periodista, solamente un periodista frustrado que intenta serlo al 0.1% en este pequeño rincón. Unicamente soy un lector de noticias al que le interesa la actualidad. O lo era. Porque después de leer el libro la poca inocencia y el poco idealismo que me quedaban se han ido al cubo de la basura.
Porque es fácil echarle la culpa al Poder (político y empresarial) de todo. Pero ese Poder siempre ha intentado, intenta e intentará imponer sus directrices a todo aquel que pueda; prensa incluida, por supuesto. El problema no es el Poder sino, en este caso, los periodistas, que por unos beneficios económicos se han dejado sobornar, corrompiéndose por completo, por ese Poder.
Pero a pesar de que la realidad me ha abierto los ojos (aún más) a una prensa española completamente corrupta (salvo, como siempre digo, honrosas excepciones) sigo siendo liberal. Y eso me hace estar convencido de que si un periodista es honesto saldrá adelante, porque tendrá lectores. En un medio de papel, en un medio digital o en octavillas. Y que si varios periodistas honestos se unen para crear un proyecto creíble, cuya única ideología sea la verdad aquí y ahora, serán leídos. No sé si por una multitud (mi confianza en la sociedad española ya la he dejado clara por aquí), pero sí por un buen grupo.
Creo que ese proyecto de El Normal del que se habla en el libro se podría llevar a cabo. No en papel, evidentemente, sino en digital. Y tendría éxito. Evidentemente no contaría con las grandes empresas entre sus anunciantes. Pero sí con tráfico suficiente para que fuera atractivo para el pequeño y mediano empresario. Está claro que sus medios serían modestos (al menos al principio).
Pero un medio que hiciera de la verdad sin ocultamiento de ningún tipo su seña de identidad al final triunfaría.
La pregunta es si hay periodistas dispuestos a pagar el precio de ello. O si acaso no es mejor ir al pesebre del Poder, donde está seguro el pago de la hipoteca y el colegio privado de los hijos. Aunque sea al precio de que esa verdad sin ocultamiento se retuerce tanto que al final solo queda ser la voz del amo.
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