Al final el Tribunal Supremo se ha decantado por un dar un sonoro portazo a las aspiraciones europeístas de Junqueras. Difícil papel el que han tenido que hacer estos jueces. Pero no había otra solución. Era eso o perder el control del encarcelado.
La solución real, como ya apunté: prohibición de que cualquier procesado se puede presentar a elecciones y celeridad (o menos lentitud al menos) en la actuación de la Justicia.
Y mientras tanto los jueces teniendo que hacer encajes de bolillos para que los encausados no se les escapen de entre las manos con argucias legales permitidas por un sistema legal que en algunos casos parece simplemente suicida.
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