En el pasado ya hemos visto en la política local ejemplos semejantes al melillense. Pero que el único concejal de un partido se acabe
erigiendo en alcalde, deja la democracia por los suelos. No seré yo quien defienda al PP de Melilla, un partido
corrupto donde los haya. Lo que defiendo es únicamente la democracia, una democracia que exigía una segunda vuelta entre el candidato del PP y el de Coalición por Melilla. Soñar no cuesta nada cuando ve pesadillas reales en la vida política española.
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