Se acabó el juicio del procés. Por fin. Queda esperar a la sentencia, probablemente en septiembre, aunque puede que en octubre, que será el momento de la verdad.
Por el medio habrá que ver como el Tribunal Supremo torea la elecciones de Junqueras como diputado europeo para que no haya riesgo de que la amplia inmunidad del Parlamento Europeo se cargue a última hora todo el juicio.
A lo que habría que añadir dos cosas. Una, que parece clarísimo que los procesados no deberían poder presentarse a citas electorales. Y dos, que habría que hacer algo para que Justicia española dejara de operar con esa proverbial lentitud con la que actúa.
Y ahora a esperar que, como se dice en ópera, cante la gorda, que será el momento estelar cuando el Tribunal Supremo convoque al personal para leer la sentencia.
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