Del artículo sobre el informe PISA hay un detalle que me ha llamado poderosamente la atención: apenas uno de cada diez estudiantes distingue entre “hechos y opiniones”. De hecho los números son estos: menos de uno de cada diez estudiantes de la OCDE (el 8,7%).
Con esos mimbres lo que nos encontramos es una generación que no sabe distinguir entre la realidad ciéntifica y la ideología. No digamos ya cuando alguien que pretende engañarles les hace pasar la segunda por la primera. Es decir, que estamos hablando de una generación a la que se le puede engañar con total facilidad, haciéndole creer que determinadas opiniones, completamente ideologizadas, son hechos probados.
Y, por supuesto, estamos hablando muy en particular de la culta e inteligente España. Nada que ver con ese país inculto y atrasado que es Estados Unidos. Donde al menos la gente (hablo por experiencia de personas que conozco) tiene opiniones propias y en general saben darse cuenta cuando alguien les está intentando dar gato por liebre tratando que una idea pase por un hecho. Es lo que tiene el orgullo intelectual, que cuando más alto se llega (o cree llegarse) más dura es la caída.
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