Muy bien la jerezana (como siempre). Supongo que tiene cierta dosis de hipocresía, como todos los políticos, pero a ella al menos no se le nota. Directa, sencilla, sincera (al menos aparentemente), sin rehuir ninguna pregunta, sazonado todo con ese pelín-de-lenguaje-barriobajero-pero-sin-pasarse tan suyo y que en otra persona quedaría hasta grosero pero que en ella suena hasta bien.
El problema es que a pesar de todo eso Ciudadanos no despega, sino más bien todo lo contrario. Por aquí me hice eco de un par de encuestas. Una le da a Cs un mal pronóstico (ocho diputados) y la otra peor (tres).
Indudablemente la ausencia de liderazgo efectivo (ella no es la líder aún del partido, sino únicamente del grupo parlamentario) y la parálisis obligada en el partido naranja por la transitoridad le están pasando factura. Ello tal vez se puede recuperar con el tiempo, cuando ella tome las riendas por completo.
O no.
Porque muchas de las columnas que leo en la prensa y de las tertulias que escucho en la radio son de declaraciónd de guerra. Todo vale contra Ciudadanos, desde los (supuestos) argumentos hasta el (muy real) sarcasmo. Supongo que en la fuente de información preferida por los españoles, la televisión, las cosas no son mejores. Independientemente de otros errores, Ciudadanos cometió el peor de todos, no plegarse a las órdenes de las empresas que le habían apoyado para que cooperara en que Sánchez siguiera en La Moncloa. Y hoy esas empresas, a través de sus columnistas y tertulianos a sueldo, se lo están haciendo pagar.
Ya lo expresé cuando escribí por aquí que van todos contra Arrimadas. Y por ahora parece que les está dando resultado. Tampoco lo tienen tan complicado en esta España en la que lo que más gusta es bajar al barro para batirse a garrotazos, y al que se pone en medio le atizan (y a base de bien) los dos contendientes.
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