Ayer pensaba que lo ocurrido a Cristina Fernández en Argentina fue un intento de asesinato. Hoy, sin descartarlo, ya no lo
tengo tan claro. Porque por un lado tenemos los clamorosos fallos de seguridad. Pero bueno, aquello es Argentina, fue lo que le dije a mi esposa ayer, y en Argentina estas cosas son moneda corriente.
Pero lo que más me llamó la atención, hoy, es lo que viene a continuación. El sujeto lo que puso ante la cara de la vicepresidenta argentina fue una pistola semiautomática con recámara y corredera. Utilicé ese tipo en mi servicio militar. Lo primero que se le enseña al alumno tirador es que hay que montar el arma, tirando, con la mano opuesta a la que se utilizará para disparar, de la corredera hacia atrás, para que la primera bala pase del cargador a la recámara. Posteriormente, al apretar el gatillo, la pistola dispara esa bala y en el mismo movimiento la corredera empuja la siguiente a la recámara. Eso hace que si el tirador se limita a poner el cargador en la pistola y apretar el gatillo no pasará nada.
Y eso fue precisamente lo que sucedió en el hecho presente. El arma estaba en perfectas condiciones. Pero, cuando el tipo apretó el gatillo (dicen que por dos veces) no disparó. ¿Por que? Pues por la sencilla razón de que, aunque tenía cinco balas en el cargador, no tenía ninguna en la recámara. Y es que, curiosamente, al fulano se le olvidó montar el arma. Y eso a pesar de que cuando registraron su domicilio encontraron cien balas más. ¿No había probado la pistola antes? ¿Fue un olvido involuntario, debido a los nervios? ¿O alguien le entregó el arma diciéndole que lo único que tenía que hacer era apretar el gatillo?
Hay un detalle previo, teóricamente no relacionado con este suceso, muy interesante. Para Cristina Fernández la Fiscalía de Argentina está solicitanto doce años de prisión e inhabilitación de por vida para ocupar cargo público por presuntamente haberse llevado mil millones de dólares (ahí es nada) en una trama de corrupción. Y esa acusación ocurrió, ojo al detalle, solamente diez días antes del suceso que comentamos. Diez días en los cuales muchos dirigentes de su propio partido habían empezado a poner distancia con ella, para no verse salpicados por la, según los fiscales, mayor trama de corrupción en la historia de Argentina.
Cristina Fernández estaba muerta políticamente. Pero ahora ha resucitado. Es una heroína nacional. No se descarta que se presente a las elecciones presidenciales del año próximo. E incluso que las gane. Algunos ya dicen que fue un gran error subestimarla.
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