Hace un mes se cumplieron 42 años del intento del golpe de Estado más conocido que se llevó a cabo en España, en el que el teniente coronel de la Guardia Civil Antonio Tejero, al mando de un grupo de guardias civiles, entró a tiros en el Hemiciclo del Congreso de los Diputados y mantuvo secuestrados a los diputados por cerca de 24 horas.
Desde este rincón he escrito muchas veces sobre la necesidad de que se desclasifiquen todos los documentos secretos sobre ese asalto, para que podamos saber la verdad de lo ocurrido (sobre todo el papel que desempeñó el entonces rey, Juan Carlos de Borbón, a quien se considera un héroe y que yo creo que para nada fue el papel que jugó). Incluso tengo en la columna derecha del blog una campaña que exige los documentos secretos sobre cualquier tema se desclasifiquen rápidamente.
Pero todo apunta a que, incluso con documentos secretos desclasificados, nunca sabremos la verdad de lo que ocurrió aquel 23 de febrero de 1981, porque resulta que han desaparecido muchos papeles y muy importantes sobre aquel acto, hasta el punto de que la documentación está «muy empobrecida», por lo que la conclusión es que nunca sabremos la realidad de lo que pasó ni el papel jugado por muchos de los protagonistas, incluso si es que llega la desclasificación, porque en ese caso dará exactamente lo mismo, solo podremos conocer la información basurilla.
Y no me cabe la menor duda de que lo mismo, por supuesto, puede aplicarse a los terribles atentados terroristas que sufrió Madrid el 11 de marzo de 2004, de los que el juez Gómez Bermúdez, el mismo que los juzgó en el juicio oral, llego a decir, ojo al dato, lo siguiente: "La verdad del 11-M es tan terrible que España no está preparada para conocerla".
Así que nada, con desclasificación de información secreta o sin ella mucho me temo que habrá que seguir sin saber la verdad, no solamente sobre estos dos importantes asuntos, sino sobre todo aquello que el Poder considere que los ciudadanos no deben conocer.
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