Vivimos en una sociedad en la que la izquierda ha puesto el énfasis exclusivamente en el sexo consentido. No importa nada más, solamente que haya consentimiento. Claro, el consentimiento es necesario, eso es evidente. Y la libertad de tener sexo con quien uno quiera también. El problema empieza cuando desde los poderes públicos se anima a los jóvenes a que esa sea la única condición. Acuéstate con quien quieras, con todos los que quieras, cuando quieras y como quieras. Y no te pasará nada.
En este año cumpliré sesenta años. Cuando yo era joven, hace unos cuarenta y cinco años, el sexo era consentido también (y más que ahora). Pero también con sentido. En la escuela y la familia se nos animaba a buscar una persona con quien, además de una relación sexual, pudiéramos establecer una relación de sentimientos. Y como una prolongación de esos sentimientos llegar al sexo.
Lo anterior es cosa del pasado. Los sentimientos ya no importan. Solo el consentimiento. Lo que pasa es que no parece que las cosas hayan mejorado. Más bien todo lo contrario. Nos encontramos con un aumento del número de violaciones. Nos dijeron que eso era bueno, porque significaba que las mujeres denunciaban más. Pero también nos encontramos con un significativo mayor número de muertes relacionadas con causas sexuales.
Han conseguido que haya una sociedad sin ningún tipo de autocontrol individual. Que el sexo deje de ser con sentido, y pase a ser únicamente consentido, sin más reglas. Y las consecuencias ya se están empezando a ver. Repito, empezando.
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