Se considera que los africanos que llegan a Europa ilegalmente, atravesando el Mar Mediterráneo en peligrosísimas condiciones, jugándose
la vida, muchas veces perdiéndola, son unos pobres seres humanos que en sus países de origen no tenían ni para comer. Eso es completamente falso. Hace no mucho tiempo supimos que, ojo al dato, tratar de llegar a Europa puede llegar a costar ocho mil euros por persona; hace cuatro años me hice eco de que la cosa por entonces costaba unos cuatro mil. Parece que estos canallas de las mafias, ante la fuerte demanda de viajes, han subido el precio.
¿Qué africano puede pagar 4.000 euros por llegar a Europa?, me preguntaba entonces. ¿Y ocho mil?, me sigo preguntando ahora. No desde luego alguien que está pasando hambre. Los africanos que llegan a Europa lo hacen, sin duda, jugándose la vida, pero lo hacen para mejorar su nivel de vida, conscientes de que en Europa sus posibilidades serán mucho mejores.
Las mafias (y las ONGs, que están en contacto con las anteriores) llevan a Europa a personas que en África podrían subsistir perfectamente. No con muchas comodidades, sin duda, pero sí con muchas más de las que tienen la mayoría de las personas que viven en el continente africano. Porque no son unos pobres hambrientos; los pobres hambrientos son los que no se pueden costear ese viaje.
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