Dicen que durante la Segunda Guerra Mundial muchas mujeres fueron violadas por el ejército alemán en su avance de conquista, para luego volver a ser violadas nuevamente por el ejército soviético cuando estaba liberando esos mismos territorios. Violadas por dos ejércitos opuestos, la primera vez, por los alemanes conquistadores, y la segunda, por los soviéticos libertadores. Esto da una idea de la brutalidad del ejército rojo.
Y la cosa no ha cambiado para nada en casi un siglo. La prueba está en la guerra de invasión que Rusia lleva a cabo en Ucrania. Con toda seguridad habrá honrosas excepciones, pero en general el ejército ruso está integrado por unos soldados que no dudan en saquear las casas de los civiles ucranianos, en violar a las mujeres ucranianas, en secuestrar a todas las personas que consideran que tienen algún valor, en torturar, incluso salvajemente, a aquellos ucranianos de quienes quieren extraer alguna información a cualquier precio y en asesinar fríamente a los que desean hacerlo.
Este es el ejército ruso. Y no, no son unas víctimas de Putin. Si lo fueran se comportarían honorablemente en el campo de batalla y en los territorios conquistados. Pero la inmensa mayoría de sus integrantes simplemente no sabe lo que es el honor. Son únicamente una chusma de saqueadores, violadores, secuestradores, torturadores y asesinos.
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