Siempre me ha llamado
la atención que existan tan poco ateos reales. Cuando uno habla con un ateo al final casi todos creen en algo, en un amuleto, en que un determinado color la trae suerte, en el karma, en algo esotérico o algo por el estilo.
Viene esto a cuenta de que Irene Montero, que en principio todo apunta a que es atea, cree, para mi sorpresa, en que los astros dirigen la vida de los humanos. Vamos, en el horóscopo. Y también que a través de las cartas una persona puede conocer su futuro y tomar decisiones. O sea, el tarot. Y en ambas cosas se declara no solamente creyente, sino también practicante.
Como he dicho en otras ocasiones, nos encontramos con personas que conscientemente han rechazado la existencia de un Dios personal que se reveló a través de Jesús, Quien lo demostró con su resurrección, y que tenemos una guía de nuestra fe y nuestra práctica en la Biblia, pero que en cambio han decidido creer y practicar, también conscientemente, alguna extraña religión. Han sustituido la verdad del cristianismo bíblico por, en este caso, la falsedad del ocultismo.
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