Desde hace tiempo queríamos llevar a los niños al acuarium, y por fin el sábado lo hicimos. La verdad es que estos gringos saben montar espectáculos como nadie. Los shows con los delfines, leones marinos y ballena fueron verdaderamente impresionantes. Los niños lo pasaron fantásticamente bien.
Pero yo no pude reprimir un sentimiento de tristeza al ver esos animales, creados para disfrutar del inmenso mar en completamente libertad, encerrados en piscinas para diversión del género humano. Ese sentimiento se agrando en particular en el caso de la orca, ballena verdaderamente enorme, y que parecía totalmente enclaustrada en la piscina donde está destinada a vivir.
Supongo que es el tributo que estos animales deben pagar para que los humanos que vivimos lejos de donde ellos habitan normalmente les conozcamos. Pero, sinceramente, me sigo sintiendo mal al ver animales en cautividad.
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