Simplemente extraordinario el texto ¡A las catacumbas!, de Carlos López Díaz en su blog, Archipiélago Duda, que fue para mí como una auténtica bofetada.
Y es que muchas veces hacemos, yo el primero, escrito tras escrito analizando los síntomas sin llegar a mencionar ni tan siquiera la enfermedad de una sociedad sin valores. Me vienen a la mente las palabras de Alfonso Guerra cuando el PSOE ganó sus primeras elecciones, allá por 1982, diciendo aquello de "el socialismo va a poner a España de tal manera que no la va a conocer ni la madre que la parió". ¡Qué razón tenía!
Desde que el PSOE llegó al poder, de la mano de Felipe González, se esforzó por producir una sociedad sin valores morales, basándose para ello principalmente (aunque no únicamente) en la educación a la juventud; ello lo consiguió sin ningún género de dudas hasta 1996, en que llegó al Gobierno el PP de Aznar, quien tal vez paró el desarme moral, pero para nada produjo el necesario rearme; más tarde llegaría Zapatero, que dejaría en buen lugar los desaguisados de Felipe González, acelerando el desarme moral a velocidades inimaginables, velocidad que tal se redujo un poco cuando el PP de Rajoy llegó a La Moncloa, quien ha seguido por la senda emprendida por Zapatero de desarmar moralmente a la sociedad.
Y es que hoy en día la sociedad española en general carece de moral, habiéndose adentrado en la senda de las relaciones sexuales fuera del matrimonio y la homosexualidad, entre otras cosas. El el aspecto laboral tenemos un mayoría de personas que desprecia el esfuerzo, prefiriendo la vagancia y la dependencia del Estado. En el lado económico esa misma sociedad ha sustituido la lucha por el éxito por la envidia, y en lugar de querer imitar al que consigue éxito económico lo único que quiere es arrebatarle los frutos de victoria. Y el el aspecto penal vemos una sociedad que simplemente justifica al culpable y desatiende a la víctima.
Inmoralidad, vagancia, envidia e injusticia son señas de identidad de una sociedad sin valores. Una sociedad cuyos líderes políticos (Rajoy, Sánchez, Iglesia y, también, Rivera) son el fiel reflejo de quienes les votan. Hombres vacíos de principios, que únicamente intentan parchear soluciones provisionales y exteriores (con mayor o menor fortuna), pero que ni de lejos intentan llegar a la solución duradera del rearme moral.
Un rearme moral que, dicho sea de paso, no es ya difícil, sino sencillamente imposible, porque si algún político se atreviera a proponerlo sería sometido a la burla, el escarnio y finalmente la indiferencia.
Esta es hoy la sociedad española, una sociedad sin valores.
Agradezco tus palabras. Y suscribo el resto. Sólo que no veo que Rajoy, ni siquiera Aznar, hayan supuesto en la práctica la menor diferencia con sus predecesores socialistas.
ResponderEliminarDe nada. Gracias a ti, Carlos, por tu texto en tu blog y el comentario aquí. Lo que intentaba decir sobre Aznar y Rajoy es que Aznar tal vez paró el desarme moral de Felipe González que se estaba llevando a cabo (sin intentar para nada revertirlo) y Rajoy tal vez aminoró un poco el desarme moral de Zapatero (pero lo siguió llegando a cabo, aunque a menor velocidad). Un saludo.
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