martes, 29 de septiembre de 2015

Ese traidor a España llamado José María Aznar

Ha aparecido Aznar, dándoselas de puro y de buen consejero. La traición de Zapatero la sabemos, por sus evidentes y cercanas negociaciones con los separatistas catalanes. Pero la de Aznar no es tan evidente ni tan cercana, si bien no fue menos importante.

Rescato unos párrafos de un artículo de Manuel Molares do Val:


Pero fue él quien, para conseguir mayorías legislativas, en su Pacto del hotel Majestic de Barcelona de 1996, le duplicó a Jordi Pujol la recaudación del IRPF (del 15 al 33%), el 35% del IVA (antes, exclusivamente estatal) y el 40% de los impuestos especiales.

Transfirió competencias que crean la unidad de un país con autonomías, como tráfico, eliminando a la Guardia Civil, educación, justicia, sanidad, empleo, puertos, medio ambiente, mediación de seguros y vivienda, agricultura, cultura, farmacias.

Aparte de dedicar enormes fondos a inversiones en Cataluña, privándoselos a otras CC.AA. más necesitadas, le concedió más televisiones a la Generalidad para su propaganda, hizo dimitir al molesto (para CiU) líder antinacionalista del PP catalán, Aleix Vidal-Quadras, e impidió que el Defensor del Pueblo recurriera a la ley catalana de 1998 que imponía la inmersión lingüística.

José María Aznar le entregó dinero y poder a los nacionalistas y le quitó al Estado gran parte de sus potestades para que llegara después José Luís Rodríguez Zapatero y sirviera el gran postre: un Estatuto, parcialmente inconstitucional, que permitía que los nacionalistas gobernaran toda España. “Pasqual, te doy lo que tú quieras”.



A lo que hay que añadir que fue él, José María Aznar, quien le entregó a Pujol a exigencia de éste, en el tristemente célebre Pacto del Majestic, a petición de éste, en bandeja de plata la cabeza de Alejo Vidal-Quadras, así como que cedió a las exigencias lingüísticas del honorable (de aquellos polvos tenemos estos lodos de persecución de los que quieren rotular, hablar y escribir en español y que sus hijos estudien en este idioma).

Y ahora aparece este señor dando consejos que más bien parecen exigencias. Más le valdría callarse y retirarse a sus aposentos, que todo este desaguisado lo empezó él (lo que hizo Felipe González fue un auténtico juego de niños comparado con lo de Aznar).

No, no soy ni afiliado, ni simpatizante, ni votante del PP. Dejé de apoyar a dicho partido para hacerlo con UPyD y ahora con Ciudadanos. Pero eso no me impide ver que lo que este sujeto hace con su partido es mucho más dañino que beneficioso. Y que lo único que quiere, además, es ser el jefe en la sombra de Rajoy. Un hombre, Rajoy, que dicho sea de paso, no me gusta nada (pero nada, nada, nada), pero a quien de lo que se le puede acusar en el asunto catalán (y con razón) es de no haber hecho nada, a diferencia de Aznar, quien sí hizo mucho para dar alas a los independentistas (alas con las que hoy quieren volar) y que fue él, repito, Aznar, quien puso las bases (y muy buenas, por cierto) para hundir el PP en Cataluña.

No sé si lo que hizo Aznar sería suficiente para juzgarlo por alta traición; probablemente no. Pero lo que sí sé es que este individuo, tan defensor de lo español hoy en día, no es políticamente nada más que un traidor a España.

Cállese, señor Aznar, y váyase a su casa, que bastante daño ya hizo.

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