Por supuesto apelé la decisión. Les dije que lo único que hacía era poner un enlace y nada más. Cuatro días después me llegó este email:
Volví a apelar. Les dije que era un ataque a la libertad de expresión, que ninguno de los supuestos del email se me aplicaba (mi tuit no contenía ni acoso, ni intimidación, ni miedo para silenciar la voz de otra persona), que la publicación del vídeo de marras no viola las leyes de Estados Unidos, donde yo vivo y ellos tienen su central, les volví a insistir en que era solamente un enlace y finalmente les pedí que no me mandaran un email preescrito, sino uno personalizado.
Ahora se han tomado cinco días... para mandar exactamente el mismo email.
Por supuesto Twitter puede hacer lo que le dé la gana con su empresa. Incluso acusar falsamente para mantener un bloqueo de cuenta y chantajear para el borrado de un tuit. He tenido que borrar el tuit. Aunque siempre hay alternativas.
En cualquier caso lo que Twitter ha hecho conmigo ha sido ponerse del lado de lo políticamente correcto y en contra de la libertad de expresión.
Tu último párrafo lo resume todo. Es la dictadura de lo políticamente correcto, en unos términos que los sicarios de esa dictadura definen a su antojo.
ResponderEliminarMi actitud ante estas situaciones es: "vale. Censura lo que te dé la gana, que cuando me levantes el veto volvere a publicar lo que quiera".
Así es. Ha sido una batalla perdida. Pero no la guerra. Seguimos en ello.
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