Vamos a dejar las cosas claras, y, de paso, dar un presunto por añadido en todos los calificativos, para evitarme que tal
vez España pida mi extradición a Estados Unidos por un delito de calumnias, injurias o semejante.
Está claro que el Barcelona sobornó por muchos años (no recuerdos cuántos ni cuáles ni tengo ganas de buscarlos) al vicepresidente de los árbitros, el tal Negreira, con muchos millones de euros (tampoco me apetece buscar la cantidad); y a nadie se le escapa que, dada la posición que ocupaba y que los pagos desaparecieron, contra la voluntad del susodicho, cuando la abandonó, ese dinero la única finalidad que podía tener, descartada por estúpida la defendida por el Barcelona que era por charlas a los jugadores, era la de beneficiar al Barcelona en el campo de juego.
Pero aquí nos encontramos con un elefante en la habitación que nadie que no sea periodista u observador (la Fiscalía, La Liga, la RFEF, el Real Madrid, etc., etc.) quiere ver. Para que ese beneficio que le costaba al Barcelona muchos millones fuera efectivo y mereciera la pena (como parece que sucedió, vistas las estadísticas) se necesitaba que los árbitros individualmente, tomando decisiones arbitrales injustas de forma deliberada en el terreno de juego, beneficiaran al Barcelona y/o perjudicaran en el mismo terreno de juego a los más directos rivales de dicho club (el primero de los cuales sería, evidentemente, el Real Madrid).
Alguien va a tener que demostrar que los árbitros (o al menos algunos -tal vez muchos- de ellos) no son tan honestos como deberían o quieren aparentar. Y ese alguien en principio debería ser la Fiscalía. Porque de lo contrario, por muy duros que sean los escritos acusatorios, a la hora de la verdad ningún juez va a condenar a nadie por meros indicios, por muy evidentes que sean. Y menos aún al Barcelona, que todos sabemos que es más que un club (mucho más, a nadie se le escapa) en Cataluña.
O se demuestra claramente (muy claramente, dado quienes son los acusados) que los árbitros beneficiaron al Barcelona o al final el latinajo legal de in dubio pro reo (en caso de duda se favorecerá al acusado) hará que los acusados físicos y el club se vayan de rositas. Como muy probablemente suceda.
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