Desde este pequeño rincón vengo predicando en el desierto sobre el acoso escolar desde hace años. De hecho la campaña sobre el tema la cree hace ocho años. Unos pocos meses después (hablamos de hace más de siete años) lloré por una carta de despedida de un chico de 11 años antes de suicidarse porque ya no aguantaba más el acoso escolar. Pero es que antes, unos pocos días después de crear la campaña, se suicidó por acoso escolar una chica discapacitada de 16 años. Por desgracia son solamente dos ejemplos de los que se puede leer en el archivo de este blog sobre el acoso escolar. Archivo que, por supuesto, solo hará eco de una mínima parte de la realidad.
Y aun así me veo obligado a leer en un editorial de El País que siempre ha habido casos de acoso escolar, pero la situación se ha agravado después de la pandemia. No se trata de que haya más casos (que es posible) es que los que hay, que son muchos (uno sería demasiado), no los pueden ocultar y están llegando al conocimiento de la gente, que es muy diferente.
Pero bueno, si hasta ahora no se había hecho nada, bienvenida sea la actuación, que más vale tarde que nunca, ¿no? Pues no. La cosa se empieza a poner fea cuando en el editorial uno puede leer que muchos de los agresores son a su vez víctimas de bla, bla, bla. O sea, justificar a los agresores. Basura.
Pero la cosa se pone peor cuando habla de soluciones, porque están pasan, según el editorial, por luchar contra el bullying requiere intervenir sobre los agresores con algo más que medidas disciplinarias para identificar las causas de un malestar que distorsiona la convivencia y engendra un dolor a menudo invisible hasta que estalla de forma irreversible, por lo que requiere formación específica del profesorado ante la complejidad de situaciones que nunca son claras y pueden llevar a la estigmatización del acosado, reforzar los servicios de salud mental para que den una respuesta rápida a las demandas de intervención y, sobre todo, dotar de más recursos psicopedagógicos a todos los centros educativos. Y ya.
Vamos, que de lo que se trata es de educación y punto. Cuando en realidad lo que se les está enseñando a los violentos acosadores es que, al ser menores de edad, ese acoso les sale gratis. No, la solución al acoso escolar no es dotar de más recursos psicopedagógicos a todos los centros educativos (que eso podría ayudar, sin duda, en muchos aspectos), sino implementar lo que niega el editorial, unas fuertes medidas disciplinarias que les enseñe a los acosadores que el que se atreva a acosar a otro estudiante lo va a pagar, y muy caro. Todo lo que no sea eso es bla, bla, bla y nada más, porque el problema seguirá sin resolverse. Y a mí, cuando leo a este progrerío que escribe un editorial así, me hierve la sangre.
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