Siempre que surge un nuevo avance aparece alguien que dice que eso va a producir un enorme problema porque va a quitar un montón de puestos de trabajo. Es lo que ahora nos dicen que producirá la inteligencia artificial. Vamos por partes.
Habrá menos puestos de trabajo que demanden buenas habilidades de comunicación, y por tanto, menos puestos bien remunerados, nos aseguran. Pues miren, tendrán que estudiar otra cosa. El progreso siempre ha sido así. Cuando apareció el avión los que estaban trabajando en el barco como medio de transporte tuvieron que reciclarse o resignarse.
Pero no solamente eso. Los consumidores también saldrán perjudicados, nos amenazan, porque cuando el problema es real (por ejemplo, una aerolínea que deja de funcionar o que explote una cañería en el sótano del edificio), la gente quiere hablar con un profesional capacitado y amable que tenga acceso a recursos y pueda organizar una solución en poco tiempo. Claro, y para eso está algo que se llama libre mercado y competencia. Alguien aparecerá que dará ese servicio. Y a las compañías que se apoyen demasiado (repito, demasiado) en la inteligencia artificial serán los propios consumidores los que las castiguen.
Ah, y ahora aparece la amenaza directa a los trabajadores. ChatGPT y otras tecnologías de IA harán que sea todavía más fácil exprimir lo más posible a los trabajadores mediante herramientas de vigilancia en el puesto de trabajo, empeoramiento de las condiciones laborales, contratos casuales, etcétera, nos intentan aterrorizar. Miren, una empresa tiene un dueño, y ese dueño tiene el derecho a vigilar a los que trabajan para él. Ya lo hacen con cámaras. Y la IA no irá mucho más allá de eso. Pero en el caso de que al trabajador le disguste ser vigilado, siempre tiene la posibilidad de irse a trabajar a otra compañía o establecerse por cuenta propia (y lo dice alguien que trabaja por cuenta ajena); como siempre ha sido desde que el mundo es mundo, vamos. Lo que los trabajadores deberían exigir es que el Estado facilite las condiciones para la creación de empresas para tener más opciones de elección.
Y me amenazan a mí, directamente, que vivo en Houston, con que las consecuencias de estas tendencias para el poder adquisitivo de los estadounidenses serán terribles. Pues no lo parece, porque aquí, en los USA, las empresas se están viendo obligadas a elevar los salarios a los trabajadores para que no se les vayan a la competencia. Sí, en parte es producto de la inflación, pero en mucho mayor grado de la alta creación de empleo. Y no parece que esa tendencia a crear empleo vaya a cambiar. De hecho hay estados en los que las empresas ya no pueden crecer más debido a la escasez de mano de obra, y las que quieren hacerlo se ven obligadas a traer trabajadores de otros estados por medio de agencias privadas de colocación.
Pero lo que me ha hecho reír bastante ha sido el miedo que nos quieren meter de que la IA se usará para guiarnos continuamente por el buen camino, como, por ejemplo, una aplicación que interpreta las condiciones del tráfico en tiempo real, a la vez que sugiere las mejores rutas (sí, dice eso, de verdad) y otras que se conciben para guiar nuestros gestos con sus luces cada vez más omniscientes, principalmente con fines comerciales. Lo primero es ridículo; ya tenemos los GPS, y nadie está obligado a obedecer al GPS, si quiere sigue la ruta indicada o busca otra; punto. Lo segundo es la publicidad de toda la vida, pero más avanzada; es la libertad del consumidor hacer caso a la publicidad, normal o de IA, o ignorarla.
Ya puestos a criticar, se critican también que la voz de la máquina da ahora una forma fluida y familiar. Pues es fácil, si no le gusta no hable con la máquina.
El terror final llega cuando se nos dice que no estamos ante el descubrimiento de la rueda o de la imprenta, que procuraron al hombre una ayuda extraordinaria para su vida o trabajo, sino ante algo concebido para desplazar por completo al ser humano. No, claro, porque las máquinas parece que van a saber desatascar una tubería o arreglar un problema de un coche, por ejemplo. Volvemos a lo mismo, a lo que tienen miedo es al progreso. Y ese progreso, aunque ha dañado a algunos, que se han visto obligados a adaptarse, siempre ha hecho la vida de la mayoría mucho más fácil.
Soy consciente de que la IA podrá crear problemas. Pero no vendrán de estas amenazas neocomunistas, sino de la posibilidad de que se le dé más poder del que podamos controlar. Pero ese es otro tema.
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