La democracia está limitada por la libertad y por la justicia. En ese sentido,
ninguna decisión podrá ser tomada (y si lo es será totalmente rechazable) que
atente contra la libertad o la justicia. No puede la mayoría de una ciudadanía,
por lo tanto, decidir limitar la libertad de algunos de sus ciudadanos,
solamente porque piensan diferente de ellos y son una minoría; desde ese punto
de vista, la implicación es que cada idea podrá ser libremente defendida
(siempre que no atente contra la justicia), aunque solo la defiendan unos pocos,
incluso solamente una persona. No puede tampoco una sociedad, por muy
democrática que sea, tomar decisiones que sean injustas, es decir, que dañen a
otras personas.
Son palabras escritas por mí hace la friolera de ocho años. Hoy, tras el golpe de estado en Egipto, tienen más vigencia que nunca, mucha más sin duda que cuando las escribí. Y es que lo que pasaba en Egipto bajo el gobierno elegido democráticamente era precisamente eso, que se estaban violando sistemáticamente la libertad y la justicia.
No me gustan los golpes de estado. Menos aún los gobiernos militares. Pero poco más se podia hacer. Tan solo espero que puedan encauzar la cosa de algún modo que haga que los derechos de las minorías sean respetados, bajo un gobierno civil.
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