Pablo Casado ya es agua completamente pasada
en la política española.
No lo escribo con alegría, porque, como dije, este hombre estaba destinado a ser Presidente de Gobierno. Y le hubiera preferido a él en La Moncloa que a Feijóo (suponiendo que el gallego lo consiga, que es mucho suponer).
Pero Casado decidió, junto a Egea, iniciar una estúpida guerra contra Ayuso. Y las guerras se sabe como empiezan, pero no como terminan (qué se lo pregunten, por ejemplo, a Putin). Así que la guerra contra la madrileña la acabó ganando, contra todo pronóstico, ella. Que ayer, más killer que nunca, se acabó cobrando su mayor pieza. Por ahora.
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