Por un lado, Podemos exige al Gobierno que condene la actuación de las fuerzas marroquíes en Melilla; por otro, el Defensor del Pueblo investiga el intento de salto a la valla de Melilla tras la queja de 9 ONG.
Vaya por delante que las muertes que se produjeron del lado marroquí me parecen lamentables, como toda muerte de todo ser humano, aún más si es de forma violenta. Pero hay que dejar las cosas claras. Esta gente llevaban mucho tiempo planeando este intento ilegal de entrada en España, agrupándose para ello en un número de unos dos mil; y, lo que es mucho peor, preparando las armas con las que ejecutarlo. Y llevaron a la práctica el asalto tal cual lo habían planeado, de una forma extremadamente violenta, hasta tal punto que, según distintas fuentes, entre dos y cinco polícias marroquíes murieron. No, los subsaharianos no eran pacíficos. Se emplearon con toda la violencia a su alcance. Y, claro, los agentes marroquíes también. Por supuesto las capacidades de violencia de los agentes marroquíes y de los subsaharianos eran dispares. Y por eso hubo muchos más muertos de un lado que del otro. Que es lo que suele pasar cuando un grupo violento sin control se enfrenta a un grupo policial.
Evidentemente la policía marroquí no se comporta como la policía española. Y eso lo sabían de antemano los subsaharianos. Por eso pasó lo que pasó. Y por eso también los marroquíes consiguieron repeler la agresión. De lo contrario los subsaharianos les hubieran pasado por arriba y hubieran llegado todos a España.
Aquí la cuestión es una sola. ¿España quiere que Marruecos le controle su frontera sur, sí o no? Porque si quiere, entonces Marruecos lo hará como lo estime conveniente y los subsaharianos que intenten saltarse a los policías marroquíes tendrán que enfrentarse a las consecuencias conocidas de antemano. Y si España le va a poner condiciones buenistas a Marruecos, entonces el vecino del sur simplemente se retirará y será la policía española la que tendrá que vérselas con los violentos subsaharianos.
Pero a una buena parte de la sociedad española el buenismo le puede. Y entre dos males, defender las fronteras contra violentos asaltantes o dejarlos entrar, prefieren el segundo. Y lo malo es que en la mayoría de los casos se está llevando a la práctica. Por lo que las consecuencias serán lamentables. Ya lo están siendo, vamos. Pero irán en aumento con el paso del tiempo.
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