Después de escribir mi texto de ayer sobre el brutal asalto violento organizado de subsaharianos a la valla de Melilla leo esto:
Desde esta asociación [mayoritaria de la Guardia Civil, Jucil] recuerdan que se solicitó "que no se premie con el permiso para permanecer en España a quienes utilizan la violencia para entrar". "Genera un efecto llamada para nuevos intentos de salto de la frontera sur de Europa” ha añadido el dirigente de Jucil.
Brutal violencia. Porque el resultado de esta auténtica batalla campal, en el lado español, fue de 49 guardias civiles heridos y cuatro vehículos de la Guardia Civil han sufrido daños en carrocería y rotura de lunas por el lanzamiento de piedras del grupo de subsaharianos.
Destaco: "que no se premie con el permiso para permanecer en España a quienes utilizan la violencia para entrar". Es de manual. Pero no se está haciendo. Lo cual, se mire como se mire, es simple y llanamente una auténtica barbaridad para cualquier país que quiera defender sus fronteras.
Aunque, bueno, visto lo que está pasando con el goteo (más bien chorreo) de pateras y sus consecuencias en el cambio poblacional del país, hablar de defender las fronteras en España suena casi ridículo. Pero en cualquier caso es mucho peor aceptar con los brazos abiertos en el país al que entra, como poco, a pedradas.
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