La izquierda estadounidense y europea monta en cólera. El Tribunal Supremo deroga el derecho al aborto en Estados Unidos, dicen. El Tribunal Supremo de EE.UU., aliado de la extrema derecha, claman. Pareciera que el aborto queda prohibido. Lo cual, aunque algunos lo deseemos, no es así.
Lo único que el Tribunal Supremo de Estados Unidos ha hecho es reconocer algo que cualquiera con un poco de conocimiento legal (no mucho, como es mi caso) se da cuenta, que la sentencia del famoso caso Roe vs. Wade era imposible de apoyarla en la Decimocuarta Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos. Es evidente, como el Alto Tribunal reconoce ahora, que dicha sentencia estaba “atrozmente errada, y en franca colisión con la Constitución desde el momento en que fue publicada”.
¿Y qué va a pasar ahora? Pues que en este asunto, como en todos los demás, la democracia volverá a funcionar. Serán los estados los que legislarán sobre ello, en función de los representantes elegidos por los votantes. Si esos votantes han elegido mayoritariamente políticos proabortitas, permitirán el aborto; si en cambio eligieron mayoritariamente políticos antiabortistas, el aborto será limitado o prohibido.
El aborto nunca estuvo amparado por la Constitución de Estados Unidos. Quien sí lo amparó fue el Tribunal Supremo, autoconvertido en una suerte de supercámara legislativa, algo que no le corresponde.
Y la izquierda, en USA y en Europa, lo sabe. Por eso no entra al debate legislativo, sino que se queda en la mera discusión sentimental progre. Porque para ellos sus fines justifican los medios. Aunque esos medios sean claramente ilegales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Después de siete días de la publicación de un artículo todos los comentarios necesitan aprobación.