Judas (el blogger, no el
otro)
persiste, en considerar que lo mío es homofobia. Es su derecho.
En su argumentación sí tiene en algo razón, que mi argumento de que en la inmensa mayoría de los países del área donde a pesar de todo se respetan la libertad y la democracia no se reconoce la adopción para parejas homosexuales en realidad no demuestra nada. Está claro que, inteligente como es, aprovechó la portería vacía para marcarme un gol, apelando a mi liberalismo y a mi cristianismo. Llamar a eso argumento que da verguenza, pues me parece bastante exagerado, creo que es suficiente con argumento fallido. Y aprovecho para, ya puestos, marcarme ahora un gol en propia puerta, porque que el argumento de la mayoría no es determinante para nada lo demuestra el hecho de que en muchos de esos países donde se rechaza la adopción para parejas homosexuales se acepta el aborto, y aquí anda uno defendiendo a ultranza el derecho a la vida del ser humano no nacido. Pero, aún reconociendo que el argumento en sí no es para nada determinante, sí me parece interesante que en muchos países donde se respeta la libertad no se reconozca ese supuesto derecho de adopción por parte de las parejas homosexuales.
Comparar la adopción de niños por parejas homosexuales con la igualdad de las mujeres con los hombres o con la abolición de la esclavitud me parece simplemente ridículo. Cada cuestión es independiente de las demás, y si en los dos últimos casos estamos hablando de derechos básicos y elementales, en el caso a colación la cuestión es el derecho del niño a ser criado en el ambiente más parecido al natural. Nada que ver.
Totalmente de acuerdo en que aquí nadie tiene "derecho a adoptar" sino que es el interés del niño el que debe primar. Y es que ese interés es, a todas luces, el de tener un padre y una madre, que es lo que dicta la naturaleza. Decir lo contrario es querer entrar en un laberinto argumental que va contra el mismo sentido común y la naturaleza.
Ahora bien, es justo reconocer que hay situaciones no ideales, como por ejemplo el de las madres solteras. Es de cajón que en dichas circunstancias se aplica siempre "el mal menor", porque si malo es que una madre natural críe en soledad a su hijo, mucho peor es que quien lo críe sean un padre y una madre adoptivos.
Se escribe también un párrafo que no tiene desperdicio:
Y eso sin entrar en cómo pasáis de puntillas sobre otra arista del asunto: los hijos de parejas homosexuales que ya han nacido. Hijos de lesbianas, por ejemplo. Que pretendas, en aras de no sé qué moralidad, que la madre que no mantuvo el embarazo es menos madre de la criatura es bastante vergonzoso.
Hombre, yo podría decir que calificar de
vergonzoso algo que yo no he afirmado ni sobre lo que me he expresado es deshonesto, pero lo dejaré en simple error y pasaré a aclarar el asunto. No me gusta que una mujer o un hombre homosexual crie y eduque a su hijo natural, pero me gusta menos que por ese solo hecho se le arrebate su hijo y se le entregue a dos desconocidos. En esa circunstancia debe ser el juez quien decida que es menos malo, si que el niño se desarrolle en un ambiente homosexual con uno de sus padres naturales o en un ambiente heterosexual con padre y madre adoptivos, atendiendo a esa y otras circunstancias. Yo personalmente me inclino, a pesar de todo, porque sea el padre o madre homosexual quien lo tenga, si esa es la única circunstancia en consideración.
Sobre todo lo demás, pues volvemos a lo mismo. Cuando hablamos de un niño sin padre ni madre naturales, aquí lo que importa, repito, es el bienestar y desarrollo positivo del niño; y para lograr eso, como mal menor, ya que el bien de padre y madre naturales no es posible, habrá que buscar lo más parecido a lo que es imposible conseguir; es evidente que ese parecido está mucho más cerca en una pareja heterosexual (que sea idónea, claro) que en una homosexual. Algunos (o muchos) dirán que eso es homofobia; yo digo que es simple sentido común. Es todo (o eso creo).