Nunca (pero nunca jamás) hubiera podido imaginar el nivel de degradación al que iba a llegar la forma de gobierno en España con Pedro Sánchez; menos aún que tal cosa iba a suceder en los primeros ya famosos cien días. Se improvisa todo, y, lo peor, se miente descaradamente, con una cara de cemento que cualquiera que no supiera de que va la cosa diría que es la verdad. Lo hacen los ministros (y ministras) y, sobre todo, el mismo Presidente de Gobierno. Más que gobernante parecen actores (y actrices); en eso tengo que reconocerles una buena nota. A su lado Rajoy y Zapatero eran hombres capacitados y honestos, y González y Aznar unos auténticos ejemplos de eficacia y sinceridad. Y lo peor de todo es que, aún así, parece que siguen en cabeza en las encuestas. Increíble, pero cierto.
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