martes, 10 de diciembre de 2019

La Iglesia Planetaria de la Gretadoración



Poco antes de la manifestación de Madrid decidí que pasado dicho evento escribiría este texto para publicarlo después del puente. El título que me vino a la mente fue El Movimiento Mundial de la Gretalogía. Pero cuando leí (aquí y aquí) lo que pasó allí me di cuenta de que con ese título en realidad me había quedado corto. Muy corto.

Esto ya no es un movimiento social, sino que tiene cada vez más características de un movimiento religioso, como esas religiones que aparecen como setas últimamente, pero en plan catastrofista. Una nueva iglesia, vamos. Con textos sagrados, intérpretes de esos textos sagrados, sacerdotes (y sacerdotisas, faltaría más) y todo lo demás. Y una feligresía de lo más fiel y numerosa y con una fe inquebrantable.

Y me inclino por la palabra planetaria, porque esta gente nunca habla de que hay que salvar el mundo, sino de que hay que salvar el planeta, que parece que impresiona más.

Iba a hablar también de Gretalogía, en el sentido de que los fieles de esta nueva religión siguen el conocimiento que les dicta Greta Thunberg. Pero, seamos serios, poco conocimiento puede transmitir una chica de 17 años (lo digo porque he leído críticas a que la llamen niña y a que se diga que tiene 16 años, porque está a punto de cumplir los 17), que debería estar dedicada a intentar concluir sus estudios medios e iniciar los universitarios.

Y es que lo que esta chica produce en los que la ven es un auténtico éxtasis religioso. Vamos, el ingrediente central de la nueva religión, la santa a la que ir a adorar por la peana.

Eso es lo que estamos viviendo en este movimiento de salvación del mundo, una nueva iglesia, catastrofista por más señas, cuya idea central es la salvación del planeta de los desastres que ellos mismos predicen, y cuya adoración se centra en la figura de Greta Thunberg.

Y añado para los malpensados, ni he escrito antes, ni escribo en este texto, ni voy a escribir en el futuro una sola palabra contra Greta Thunberg, ni de crítica ni de burla. Porque, ante todo, esta chica es una víctima, y a las víctimas se las respeta. Una víctima utilizada por groseros intereses económicos (uno y dos). No me quiero repetir, como el ajo, por eso recomiendo a los interesados ir a los enlaces.

Greta, una víctima que a su pesar (me parece totalmente sincera cuando dice que no quiere acaparar el protagonismo) se ha convertido en la figura a la que idolatrar en esta nueva, numerosa, rica, poderosa y llena de fieles totalmente convecidos Iglesia Planetaria de la Gretadoración.

Por cierto, una Iglesia Planetaria de la Gretadoración cuya fe nos intentan vender (sí, vender, porque muy caras salen sus ideas, que por supuesto no pagan ellos) como un consenso científico desinteresado para la salvación del planeta y de la humanidad. ¡Toma'llá!, que diría un castizo.

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