Todos pendientes del violento intento de entrada en Melilla de un grupo organizado de subsaharianos, que terminó con la muerte de al menos 23 de ellos, aunque algunas fuentes hablan de más de 70. El problema no es lo que hizo Marruecos. El problema es lo que no hizo España. Defender sus fronteras.
España no sabe defender sus límites fronterizos para que no entren personas de forma ilegal. Esas personas entran continuamente por mar (donde España de hecho practica una política de fronteras abiertas) y por tierra no lo hacen porque España ha subcontratado a Marruecos para que lo impida.
En todo este asunto lo que hay es una enorme hipocresía por parte del Gobierno. Todos sabemos como se las gastan los marroquíes, unos comportamientos que serían condenados por el Gobierno de España... si es que no fueran cometidos por Marruecos. En Melilla los hechos sucedieron en territorio marroquí y en territorio español, porque está claro que un buen grupo consiguió pasar a España, grupo que fue detenido (en España) en unos casos por gendarmes marroquíes y en otros por guardias civiles que se los entregaron a los de Marruecos.
Todo ello sería lo normal, si no fuera por la legislación española, que hace casi imposible el retorno de un inmigrante ilegal al que su país no reconoce.
Así que nos encontramos en una gran ceremonia de la hipocresía, donde para proteger el territorio español se hizo lo que se debe hacer, pero que no se puede hacer porque es ilegal, lo que hace que no se pueda reconocer. Y todo lo demás es ruido electoral, de unos y de otros.
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