Menuda
boquita tiene el niño de Galapagar. Es como se pone no ya cuando alguien le lleva la contrario (Yolanda Díaz no lo ha hecho), sino cuando alguien que él considera de su cuerda no se coloca incondicionalmente a su lado o de quien él ordena (en este caso de su pareja o expareja -no lo tengo claro-). Esperemos que los españoles no le permitan nunca más regresar a la política. Y que le den a Podemos tal patada en las urnas que este sujeto desaparezca para siempre del mapa político español.
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